Es diciembre, se acerca el final del año y con él acaba un período que según se haya vivido, puede llevar implícito numerosas interpretaciones.
Independientemente de si se han conseguido o no los objetivos, los planes, proyectos e ilusiones, cada diciembre nos une un mismo pensamiento, hacer balance de los últimos doce meses y construir una nueva ilusión que vendrá de la mano de un nuevo trabajo, un hijo, otra pareja, dejar de fumar, terminar la carrera, viajar a ese destino de vacaciones que se resiste o quizá, saldar una deuda pendiente.
Enero es el comienzo de todo, nos dibuja una sonrisa, aun cuando las cosas no han ido del todo bien, nos hace olvidar, facilita senderos que parecían infranqueables, nos reconcilia con la vida y con nuestros comportamientos.
En nuestra cultura, enero es –por herencia romana- el inicio del año, y es entonces cuando pensamos que se nos han acabado las excusas para no dar un paso al frente, para evitar ser valientes y decididos, para no poder instalarnos por fin en la idea del “yo puedo”.
Muchas y variadas son, sin duda alguna, las circunstancias que deberán confluir para que puedan cumplirse todos y cada uno de los nuevos deseos para el año que se inicia, pero el más importante está en todos y en cada uno de nosotros: ACTITUD
La actitud alimenta la positividad, nos sitúa en una posición de resistencia frente a las adversidades, es el motor que nos impulsará siempre hacia adelante.
Pero para que la buena disposición nos acompañe, no solo los próximos doce meses sino todos los días de nuestra vida, hagamos un pequeño análisis de cómo plantearnos alcanzar esos propósitos (ahora o más adelante) que nos interesa cumplir siendo ambiciosos pero, principalmente, realistas y por el camino considerarnos únicos y capaces también.
– Aprende de tus errores. Sabes, mejor que nadie, el motivo o los motivos que te hacen fracasar en el intento de lograr tus metas. No caigas de nuevo en el mismo planteamiento y prevé qué circunstancias influirán en ello. Esto contribuirá a que tu ánimo no descienda y a que puedas basar tus proyectos en ideas bien asentadas.
– Medita sobre la posibilidad de conseguir esa meta, los motivos que te empujan a ello y, sobre todo, los beneficios que obtendrás. Tal vez no tengas tanta prisa por mudarte de casa y haya otras situaciones mucho más importantes que resolver. Entonces, ¿por qué cargarse de responsabilidades mucho antes de empezar?
– Hoja de ruta antes de comenzar. “¿Qué?” “¿Cómo?” “¿Dónde?” “¿Cuándo?” “¿Por qué?” o “¿Cuánto?” van a ser preguntas que deberás poder responder antes de comenzar.
– Un primer paso inicia el camino. El día más difícil para iniciar un cambio es el primero de todos. Prepárate bien para ese momento, de manera que no haya vuelta atrás. Siéntete imparable, porque en realidad ¡sabes que puedes conseguirlo!
– Fragmenta tus ilusiones. Llenar una hoja con todos los nuevos proyectos es lo deseable, pero lo que puede no ser tan acertado es querer abarcarlos todos en una misma fecha. ¿Podrás conseguirlo así? Si es así adelante, pero antes de dejarte llevar por ese espíritu desenfrenado de renovación actúa con cabeza y ve subiendo escalones poco a poco. Lo importante es llegar, recuérdalo.
– Sigue tu propio ritmo. Que enero supone para muchas personas el punto de inflexión para el cambio no es nada nuevo, pero… ¿por qué dejarse llevar por esa costumbre?
Tal vez para ti marzo sea el mejor momento, porque te sientes más activo/a y con energías renovadas, tal vez por la llegada de la primavera y porque todo “despierta” del letargo invernal. Si eres capaz de detectar esa etapa de mayor voluntad e interés para ti tendrás muchas menos posibilidades de frustrar tus deseos.
– Cada fecha, una meta. Si para ti es más fácil dejar de fumar en verano, con las vacaciones y fuera del estrés diario, planea un objetivo así para tal momento. De igual forma, puede que no te interese empezar con la dieta un mes antes de asistir a cuatro bodas y varios compromisos gastronómicos ineludibles. Si diseñas bien tus estrategias no te moverás en el terreno de la incertidumbre, dejando todo en manos de la suerte. Conseguir una meta es como cocinar una receta: si se poseen todos los ingredientes es más probable que salga perfecta.
– Ábrete a los demás y dialoga. Tal vez no te hayas parado a pensarlo mucho, pero te aseguro que la palabra tiene un poder increíble. Si hay algún asunto pendiente, tan solo por el hecho de guardarte para ti solo/a el problema, cambia las cosas. Hablar puede significar quitar una pesada piedra del camino; escoge el mejor momento y acude con talante negociador y resolutivo. Nunca se cierra una puerta si existe buena voluntad, te lo aseguro. Y si se te resiste, no pierdas la ocasión de intentarlo de nuevo. Woody Allen dijo una vez: “El 90% del éxito se basa simplemente en insistir”
Quiero que antes de que acabe diciembre te sientas feliz, y no tanto por lo bueno que pueda depararte el próximo año, sino porque has llegado hasta aquí, y eso significa que puedes iniciar todo lo que te propongas, más o menos tarde, más o menos cosas, pero estás en la línea de salida.
Pensar en positivo nos exige tanto como hacerlo de forma negativa. Las malas rachas SIEMPRE acaban; en cambio, las buenas pueden ser todo lo flexibles que nosotros queramos que sean.
Nuestra actitud ante los acontecimientos va a hacer mucho a nuestro favor. ¿Quieres? ¡Puedes!
¡Feliz año nuevo¡